El retrato en estudio es una especialidad que aunque me gusta bastante, no suelo practicar todo lo que me gustaría, más que nada por falta de tiempo. Pero a veces también se convierte en la excusa perfecta para juntarnos con amigos y pasar un día divertido, acompañados como es natural por unas cervecitas, una buena comida y unas cuantas risas. Y esta vez no podía ser diferente juntándonos con Abraham, Jaume y mi compi Silvia, a la que engañamos para que hiciera de modelo, y torturamos sin compasión en su bautizo ante las cámaras. ¿A que se le nota en la cara que la estábamos torturando?
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